El Cerro del Hierro es un lugar sorprendente, un auténtico monumento natural (y está declarado como tal), cuya fisonomía ha sido determinada por una vieja explotación minera. Historia y naturaleza mezcladas, por tanto, para formar este relieve agreste de agujas, pináculos, cañones, desfiladeros, oquedades y las infinitas formas del modelado kárstico, unido a una naturaleza invasiva y privilegiada. Este sendero es la mejor y más segura oferta para conocer el cerro de cerca, y poder despejar sus muchas incógnitas y misterios.
El intrincado relieve propicia diversidad de microclimas y de hábitats. En los lugares de mayor humedad, por ejemplo, crece una especie emblemática de esta zona: el durillo, acompañado por adelfas e higueras que aprovechan el respiro que la sombra les ofrece. Entre los muchos animales que encuentran aquí cobijo, veremos en tiempo de cría a roqueros, aviones o a la esquiva cigüeña negra.
El Cerro del Hierro es un lugar sorprendente, un auténtico monumento natural (y está declarado como tal), cuya fisonomía ha sido determinada por una vieja explotación minera. Historia y naturaleza mezcladas, por tanto, para formar este relieve agreste de agujas, pináculos, cañones, desfiladeros, oquedades y las infinitas formas del modelado kárstico, unido a una naturaleza invasiva y privilegiada. Este sendero es la mejor y más segura oferta para conocer el cerro de cerca, y poder despejar sus muchas incógnitas y misterios.
ResponderEliminarEl intrincado relieve propicia diversidad de microclimas y de hábitats. En los lugares de mayor humedad, por ejemplo, crece una especie emblemática de esta zona: el durillo, acompañado por adelfas e higueras que aprovechan el respiro que la sombra les ofrece. Entre los muchos animales que encuentran aquí cobijo, veremos en tiempo de cría a roqueros, aviones o a la esquiva cigüeña negra.